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         La meditación te trae a tu centro mismo. Y tu centro no es tan sólo tu centro, es el centro de la existencia    misma. Sólo en la periferia actuamos diferentes.

         Al comenzar a girar  hacia el centro, somos uno.  SOMOS parte de la eternidad, de una tremenda experiencia luminosa de éxtasis, que está más alla de las palabras. Algo que tu puedes SER… pero muy difícil de expresar. Surge un gran deseo en ti de compartirlo, de expresarte, ya que  toda la gente a tu alrededor está en búsqueda de una experiencia igual

       “ TU” lo lograste, conoces el camino.

 

         Surge la necesidad de plasmar en silencio, de alguna manera con colores y formas los mensajes del alma, sentimos que toma una forma concreta y adquiere dirección, de manera que la meditación también se convierta en un acto creativo, en una comunión que se manifieste a partir de nuestra unión entre los materiales, los mensajes del alma, el amor y entrega del corazón, como un estado más de nuestra propia meditación y autoencuentro. 

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